LA PARADOJA DE LA VIDA
"Wilbur
se quiere suicidar" es una de esas películas pequeñas (en su puesta
en escena, no necesariamente en sus planteamientos) que consiguen hacerse
un hueco en nuestras carteleras y lo más importante, satisfacer practicamente
a la totalidad de los espectadores que la ven y que pasan a recomendarla
a sus familiares y amigos, produciéndose ese llamado "boca a oreja"
que hace que la gente acuda al cine. Desde estas líneas, también me
gustaría a mi dar continuidad a esa tendencia y proponer la visión del
film a la gente que se encuentre duditativa ante la escasa oferta de
calidad de nuestros cines, sin saber que película ir a ver.
El argumento del film gira en torno a Wilbur, un joven desmotivado y
pesimista que ha intentado suicidarse en varias ocasiones sin haber
conseguido su objetivo. Pese a sentirse tremendamente solo, posee un
magnetismo especial con las mujeres que caen rendidas a su atractivo
y desdén. Justamente lo contrario a lo que le sucede a su hermano Harbour,
un optimista incurable para quien el hecho de ocuparse de la felicidad
de Wilbur es su principal cometido en esta vida. Estos dos excéntricos
hermanos, viven en Glasgow donde han heredado una destartalada librería
que es el único recuerdo que les queda de su padre. Tras un nuevo intento
de suicidio, Harbour convence a Wilbur para que se traslade a vivir
con él al apartamento que hay tras la librería. Harbour piensa que una
novia podría ayudar a Wilbur a mejorar y superarse, esta misma idea
es también defendida por un cínico psicólogo del hospital, Horst, y
por la enfermera jefe Moira que cree que tal vez ella podría ser la
afortunada. Sin embargo, será Harbour quien se enamore de una extraña
chica que acude casi a diario a la librería para venderle algunos libros
que encuentra abandonados en las dependencias del hospital donde trabaja
como limpiadora en el turno de noche para poder criar a su hija.
Estamos frente a una historia sencilla, tierna, divertida y trágica
al mismo tiempo, una historia sobre personajes cercanos, vivencias cercanas,
anhelos y frustaciones cotidianas de nuestro tiempo. Sin duda, el éxito
de que la película llegue a buen puerto, es la mano de Lone Scherfig
tras la cámara, su mirada a veces corrosiva, a veces llana, consigue
transmitir el tono y el ritmo adecuados a la historia, mezclándose con
inteligencia el humor y el drama, porque aunque la película habla (y
mucho) de la soledad, la infelicidad, el suicidio y la muerte, consigue
que incluso en ocasiones resulte divertido, adoptando un punto de vista
donde el humor negro y pero elegante toma la batuta.
También hay cosas que reprochar al film, como algunos momentos de precipitación
(la boda o el final), el que algunos personajes sean demasiado esquemáticos
(incluso Wilbur) y que la historia no ofrezca demasiadas sorpresas.
Pese a todas esas carencias, la película deja un buen sabor de boca
sólo manchado por un final pretendidamente feliz y algo forzado que
lo único que consigue es que los personajes resulten (bajo mi punto
de vista) una pizca más patéticos y, por tanto, humanos.
Hay que destacar también el espléndido trabajo de todo el reparto, perfectamente
ajustados a sus roles, y aunque el protagonista Jamie Sives (Wilbur)
fuese premiado en la última edición del Festival de Cine de Valladolid
por su interpretación del suicida frustrado y atractivo, una vez vista
la película se podría decir que el premio justo hubiera sido uno coral
o incluso para Adrian Rawlins que encarna a su hermano de manera muy
convincente y sincera o para Shirley Henderson por el magnetismo que
produce su extraña presencia.
También complementan con criterio la cinta, la fotografía naturalista
y contrastada de Jorgen Johansson y el "leit-motiv" musical compuesto
por Joachim Holbek.
En definitiva, una película paradójica sobre dos hermanos: uno pesimista
que quiere matarse y al que la vida no le deja huir, y otro optimista
que se aferra a su vida pese a que la muerte le reclama con avidez y
crueldad. La vida es paradoja, la vida es ironía, saber reírse de uno
mismo es aprender a vivir y saber vivir es aprender a morir.
U.C. (Daniel Farriol)