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WILBUR SE QUIERE SUICIDAR




Wilbur se quiere suicidar. (2002)
(Wilbur Wants to Kill Himself).
Género: Comedia / Drama
Nacionalidad: Dinamarca / Gran Bretaña / Suecia / Francia

Director: Lone Scherfig
Productor: Sisse Graum Olsen
Guión: Lone Scherfig, Anders Thomas Jensen
Fotografía: Jørgen Johansson
Música: Joachim Holbek

Actores: Jamie Sives, Adrian Rawlins, Shirley Henderson, Lisa McKinlay, Mads Mikkelsen, Julia Davis,
Susan Vidler, Robert McIntosh, Lorraine McIntosh, Gordon Brown, Mhairi Steenbock,
Andrew Townsley, Coral Preston, Colin McAllister, Owen Gorman

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LA PARADOJA DE LA VIDA

"Wilbur se quiere suicidar" es una de esas películas pequeñas (en su puesta en escena, no necesariamente en sus planteamientos) que consiguen hacerse un hueco en nuestras carteleras y lo más importante, satisfacer practicamente a la totalidad de los espectadores que la ven y que pasan a recomendarla a sus familiares y amigos, produciéndose ese llamado "boca a oreja" que hace que la gente acuda al cine. Desde estas líneas, también me gustaría a mi dar continuidad a esa tendencia y proponer la visión del film a la gente que se encuentre duditativa ante la escasa oferta de calidad de nuestros cines, sin saber que película ir a ver.

El argumento del film gira en torno a Wilbur, un joven desmotivado y pesimista que ha intentado suicidarse en varias ocasiones sin haber conseguido su objetivo. Pese a sentirse tremendamente solo, posee un magnetismo especial con las mujeres que caen rendidas a su atractivo y desdén. Justamente lo contrario a lo que le sucede a su hermano Harbour, un optimista incurable para quien el hecho de ocuparse de la felicidad de Wilbur es su principal cometido en esta vida. Estos dos excéntricos hermanos, viven en Glasgow donde han heredado una destartalada librería que es el único recuerdo que les queda de su padre. Tras un nuevo intento de suicidio, Harbour convence a Wilbur para que se traslade a vivir con él al apartamento que hay tras la librería. Harbour piensa que una novia podría ayudar a Wilbur a mejorar y superarse, esta misma idea es también defendida por un cínico psicólogo del hospital, Horst, y por la enfermera jefe Moira que cree que tal vez ella podría ser la afortunada. Sin embargo, será Harbour quien se enamore de una extraña chica que acude casi a diario a la librería para venderle algunos libros que encuentra abandonados en las dependencias del hospital donde trabaja como limpiadora en el turno de noche para poder criar a su hija.

Estamos frente a una historia sencilla, tierna, divertida y trágica al mismo tiempo, una historia sobre personajes cercanos, vivencias cercanas, anhelos y frustaciones cotidianas de nuestro tiempo. Sin duda, el éxito de que la película llegue a buen puerto, es la mano de Lone Scherfig tras la cámara, su mirada a veces corrosiva, a veces llana, consigue transmitir el tono y el ritmo adecuados a la historia, mezclándose con inteligencia el humor y el drama, porque aunque la película habla (y mucho) de la soledad, la infelicidad, el suicidio y la muerte, consigue que incluso en ocasiones resulte divertido, adoptando un punto de vista donde el humor negro y pero elegante toma la batuta.

También hay cosas que reprochar al film, como algunos momentos de precipitación (la boda o el final), el que algunos personajes sean demasiado esquemáticos (incluso Wilbur) y que la historia no ofrezca demasiadas sorpresas. Pese a todas esas carencias, la película deja un buen sabor de boca sólo manchado por un final pretendidamente feliz y algo forzado que lo único que consigue es que los personajes resulten (bajo mi punto de vista) una pizca más patéticos y, por tanto, humanos.

Hay que destacar también el espléndido trabajo de todo el reparto, perfectamente ajustados a sus roles, y aunque el protagonista Jamie Sives (Wilbur) fuese premiado en la última edición del Festival de Cine de Valladolid por su interpretación del suicida frustrado y atractivo, una vez vista la película se podría decir que el premio justo hubiera sido uno coral o incluso para Adrian Rawlins que encarna a su hermano de manera muy convincente y sincera o para Shirley Henderson por el magnetismo que produce su extraña presencia. También complementan con criterio la cinta, la fotografía naturalista y contrastada de Jorgen Johansson y el "leit-motiv" musical compuesto por Joachim Holbek.

En definitiva, una película paradójica sobre dos hermanos: uno pesimista que quiere matarse y al que la vida no le deja huir, y otro optimista que se aferra a su vida pese a que la muerte le reclama con avidez y crueldad. La vida es paradoja, la vida es ironía, saber reírse de uno mismo es aprender a vivir y saber vivir es aprender a morir.

U.C. (Daniel Farriol)

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